CABRA, de Rafa Blanco, 2011



RAFA BLANCO, 2011. 




Una vez leí que en la mitología griega este animal era cabalgado por la diosa Afrodita. Con el Cristianismo y la paganización de los cultos extraños a la Iglesia, la imagen se transformó en la de la bruja que monta al Gran Macho Cabrío. 
Cabra viene del latín capra: caprichosa. La cabra, en contraste con la oveja, es inteligente y difícil de domar. Su tremenda agilidad junto con su potente aspecto físico, unido a su extraña mirada, ha hecho que decenas de culturas a lo largo de las historias de la humanidad le hayan atribuido una excepcional potencia sexual y algunos poderes mágicos. 


Recuerdo cuando ojeé este fanzine por primera vez. Fue en una librería que, como todas, estaba llena de ruido visual. En la sección de autoedición, todas las publicaciones gritaban. Menos una. Cabra estaba ahí en silencio. Era como un oasis. Como todxs sabemos, el mundillo de los fanzines, aunque  medioenterrado, sigue perteneciendo al mismo universo en donde pasean Stan Lee o Belén Esteban. Por ello la tónica general es el Horror Vacui: publicaciones con diarrea visual, verbal y mental. Cabra tiene una sobria portada de un intenso color rojo con tan sólo el nombre del cómic. Y el rojo se apaga cuando miro sus páginas interiores, donde los espacios en blanco tiene tanto protagonismo como las imágenes y las viñetas. Es un tebeo que respira. Los dibujos, sueltos, frescos, casi naif, retratan una naturaleza fría y calma. Y un personaje en ebullición. 


El protagonista de este cómic es un chaval que, intuyo, abandona la ciudad, ese bombardeo de estímulos. Con una mochila y  lo justo para sobrevivir, se exilia en el monte. Solo. Y en esa naturaleza calma y fría hay un pez, un gusano, unos conejos, un halcón, un zorro. Y otros elementos que juegan diferentes papeles en este desfile de símbolos que es Cabra: el fuego, el anzuelo, el hacha, la calavera… Sin olvidar la cruz y el triángulo. No sé cuántos días y noches lleva allí el personaje, porque, como no puede ser de otro modo, al dejar atrás la "civilización", también ha abandonado el tiempo. 
Tampoco sé el por qué del exilio. Pero cada pocas viñetas, unas palabras nos dan pistas. "¿Cómo hemos llegado a esto?" ¿A qué? ¿Hablas del derrumbamiento económico de Occidente? ¿De la crisis cultural y de valores? "De solo pensar que no te pueda volver a ver, se me parte el alma". Quizás tenga que ver con una ruptura sentimental complicada. Pensé que Cabra podía tener ciertos tintes autobiográficos, aunque el propio Rafa Blanco lo negó durante una conversación que tuvimos. "La verdad es que lo hice un poco a lo loco", me contaba el autor. Y me comentó que su idea era la de presentar a un personaje en soledad, en la naturaleza, de manera un tanto mística y poética. Tal vez tuviera en mente algún tipo de viaje interior, pensé: la cabra que, desobediente, busca su propio camino, alcanzadando la cima de la montaña física y metafórica. "Dentro de esa naturaleza que parece pacífica, también hay tensión y violencia, por eso el personaje caza", decía Rafa. Y me hablaba de binomios: cazador-presa, calma-tempestad, salud-enfermedad, día-noche, blanco-negro… bien-mal. "Estoy enamorado de ti, Satán", dice el protagonista en la penúltima página del fanzine. Por lo visto trataba de encontrarse con el Macho Cabrío. Encuentra un pez, un gusano, unos conejos, un halcón y un zorro. Pero no una cabra. Sólo se encuentra, tras abandonar ya su mochila, su ropa, y lo poco que tenía para sobrevivir, la noche, y su propio reflejo invertido, en la noche, en forma de calavera. 


Cabra no es un trabajo fácil de asimilar. Ni en forma ni en fondo, Rafa Blanco apuesta por un tipo de narración diferente, que, a mi entender, aproxima al fanzine a su original posición de resistencia. Presenta varias capas de lectura, con cierta complejidad a la que el medio del cómic no me tiene acostumbrado. El manejo de los símbolos que presenta este tebeo, y el código gráfico que trabaja, dan como resultado una, citando a Umberto Eco, obra en movimiento, donde yo como espectador, lejos de recibir la información de manera pasiva, he de involucrarme, volcando y proyectando contenidos, intentando descifrar la propuesta. Cabra rechaza un único significado en favor de lo múltiple. Cada vez que lo releo, me encuentro con una Cabra diferente…. 


Me resulta curioso que, en nuestra conversación, el autor hablara de binomios. Lo interesante de este trabajo es que, entiendo, va más allá de una limitada visión basada en el binomio, imperante, como sabemos, en el mundo de Stan Lee, Belén Esteban, y por extensión, y a mi pesar, en el underground. Cabra resiste en la forma, no sólo siendo un fanzine autoeditado, ya que, al contrario que la mayoría de publicaciones de esta índole,  no se presenta superficial, como un mero bombardeo visual y mental. Y resiste en el fondo porque, a pesar de insinuar una narrativa lineal, apuesta por otros tipos de narraciones, por la multiplicidad de significados. Más allá de Dios-Satán. El binomio, aunque cómodo, quizás nunca haya sido suficiente. 







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Ernest Graves

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